En la segunda entrega de la serie INCUBACIÓN DE PÚBLICOS, descubrimos qué es un músico-docente e indagamos brevemente en su trayectoria formativa y sus salidas profesionales.
Nos quedamos admirando la belleza de Bernstein, nuestra inspiración en esto de la divulgación musical, y planteábamos la siguiente cuestión:
¿Podemos convertirnos en el Bernstein de nuestra aula?
EL DOCENTE COMO INCUBADOR DE PÚBLICOS
Ya comenté qué podemos hacer en nuestro espacio cultural educativo (el aula) para llevar a cabo esta tarea. Proponer audiciones con las que trabajar motricidad, inteligencia emocional, memoria auditiva y musicalidad eran algunas de las sugerencias.
Pensemos en grande. Nuestra aula es un plató de televisión y nosotros presentamos los conciertos para jóvenes. ¿Cuáles son nuestros retos?
Encontrar equilibrio entre la forma en la que aprendimos y la forma de enseñar actual.
Todos tenemos grandes maestros, grandes referentes que nos dotaron de la mayoría de las herramientas que utilizamos hoy en nuestras clases. Lo cierto y verdad que el contexto educativo es bastante diferente.
Utilizar el contenido adaptado al continente.
Tendremos en cuenta:
- El centro educativo
- El tipo de enseñanza
- La asignatura
- Los contenidos
- Los alumnos
Todos los tomates de la mata no son iguales.
Exacto. Nuestros alumnos tampoco. Unos son más grandes, otros más pequeños. Unos maduran antes y otros después. Para ello:
- Adaptaremos los contenidos a las circunstancias.
- Crearemos un ecosistema creativo, de confianza y polifónico.
- Será más importante la calidad que la cantidad. Lo poco y bueno.
No tener miedo a lo desconocido.
La confianza y el miedo están controlados por las mismas redes neuronales. Por tanto, son incompatibles, no podemos experimentarlos simultáneamente. Cuando un músico se enfrenta a un reto para el que no ha sido “entrenado” específicamente, siente miedo y desconfianza de sí mismo.
Esta desconfianza lleva a la inconsciencia y no ser conscientes nos lleva a olvidar que formamos parte del proceso de aprendizaje colectivo. Si tenemos que impartir otras materias de carácter teórico-práctico, que no sean instrumento, recomiendo:
- Investigar. Que nuestra curiosidad responda a ¿qué, para qué, y por qué?
- Formación, formación, formación.
- Honestidad docente estimada. Ni nos subestimamos, ni nos sobre estimamos.
- Colaboración en el equipo. Apoyarnos en aquellos compañeros con experiencia que podrán servirte de guía.
No darse por vencido (con la música clásica)
¿Son todos los entornos educativos receptivos a la escucha y descubrimiento de la música clásica? Quizás, penséis que no lo son. Que un conservatorio es el entorno más óptimo en comparación de un colegio o una Escuela de Música. Que a los alumnos les aburre lo clásico y hay que trabajar con músicas más comerciales.
Por supuesto que debemos trabajar varios estilos dentro del aula pero quitémonos la idea de que la clásica aburre, porque no es así.
¿Qué música hay más allá de las Cuatro Estaciones de Vivaldi y el Para Elisa de Beethoven?
Nuestro deber es escuchar música de forma activa y pensar cómo podemos utilizar esa obra dentro del aula. Activa tu imaginación músico-docente para eliminar ese cliché.
La clásica nos permite:
- Trabajar las emociones a través de la escucha. Emocionario
- Trabajar la danza y la motricidad con composiciones de distintas épocas y procedencias.
- Conocer curiosidades musicales de compositores a través de la gamificación. Jugamos al ¿quién es quién?
- Crear una plataforma de recomendaciones musicales. CELLOMETRO
- Trabajar la narrativa fantástica creando historias que acompañen las audiciones. Binomio fantástico de Rodari.
[Aquí os dejo una playlist de más de 3h de clásica que da mucho juego en el aula]
LA COMPETENCIA DOCENTE.
Dice Antonio Domingo que “ser docente es una forma de vivir, de entender el mundo. Ser docente te hace ver con otros ojos a los discentes.”
- Ser docente no es dotar de herramientas técnicas al alumno para que toque un instrumento. Es enseñarle a comunicarse con música
- Ser docente no es enseñar solfeo para leer partituras. Es descubrir el código de un lenguaje universal que pone a prueba todos nuestros sentidos.
- Ser docente no es entretener a los más pequeños para que jueguen en música y movimiento. Es iniciarles en una escucha activa para que a través de ella, vivan sus primeras experiencias musicales.
¿Es nuestra competencia consciente?
Martin M. Broadwell hablaba allá por 1969 de las distintas fases del aprendizaje. En estas fases combina dos elementos: la competencia y la consciencia.
Finalicemos este recorrido de dos tomas por el músico-docente, o docente- incubador, haciendo un análisis de nuestra competencia y consciencia.
- Nivel 1. Incompetencia inconsciente.
No sabemos lo que no sabemos.
- Nivel 2. Incompetencia consciente.
Sabemos qué es aquello que no sabemos.
- Nivel 3. Competencia inconsciente.
Somos capaces de utilizar las habilidades y aplicar los conocimientos adquiridos pero requerimos cierto nivel de concentración. La autoexigencia y la falta de confianza están muy presentes en esta fase.
- Nivel 4. Competencia consciente.
Sabemos lo que sabemos y lo llevamos a cabo con soltura y confianza.
Sabemos que queremos vivir de la música. Volvámonos competentes conscientes. Volvámonos incubadores de musicales en nuestro entorno educativo.